BIBLIOTHECA AUGUSTANA

 

Leonor López de Córdoba y Carrillo

1362/63 - poco después de 1412

 

Memorias

 

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11. Y estuvimos los demás que quedamos presos nueve años, hasta que el Señor Rey Don Enrique falleció; y nuestros maridos tenían sesenta libras da hierro cada uno en los pies. Y mi hermano D. Lope López tenía una cadena encima de los hierros, en que había setenta eslabones. El era niño de trece años, la más hermosa criatura que había en el mundo. E á mi marido, en especial, poníanlo en el algibe de la hambre, é teníanlo seis ó siete días que nunca comía ni bebía, porque era primo de las señoras Infantas, hijas del Señor Rey Don Pedro.

12. En esto vino una pestilencia é murieron todos, mis dos hermanos é mis cuñados é trece caballeros de la casa de mi padre. E Sancho Miñez de Villendra, su camarero mayor, decía á mí y á mis hermanos: «Hijos de mi Señor, rogad á Dios que os viva yo, que si yo os vivo, nunca moriréis pobres.» E plugo á Dios que murió el tercero día sin hablar.

13. E á todos los sacaban á desherrar al desherradero, como moros después de muertos. El triste de mi hermano don Lope López pidió al Alcaide que nos tenía, que le dijese á Gonzalo Ruiz Dolante, que nos hacía mucha caridad é mucha honra por amor de Dios: «Señor Alcaide, sea agora vuesa merced que me tirase estos hierros antes que salga mi ánima é que no me sacasen al desherradero,» E él díjole: – «¿Cómo? ¿Como á moro?» – «Si en mí fuese, yo lo faría.» Y en esto salió su ánima en mis manos, que había él un año más que yo. E sacáronlo en una tabla al desherradero, como á moro; é enterráronlo con mis hermanos é con mis hermanas é con mis cuñados en San Francisco de Sevilla. E mis cuñados traían sendos collares de oro á la garganta, que eran cinco hermanos; é se pusieron aquellos collares en Santa María de Guadalupe, é prometieron no quitárselos hasta que todos cinco se los tirasen á Santa María, que por sus pecados el uno murió en Sevilla y el otro en Lisbona y el otro en Inglaterra. E así murieron derramados, é se mandaron enterrar con sus collares de oro; é los frailes con la codicia, después de enterrados, le quitaron el collar. Y no quedaron en la Atarazana de la casa de mi Señor el Maestre sino mi marido y yo.

 

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COMENTARIO

 

11. Las Atarazanas servían de prisión: en ellas fue atormentado hasta morir el tesorero del Rey, Samuel el Leví. El Rey Bermejo y los caballeros que con él mandó prender Don Pedro, y otros moros que con ellos venían, quedaron en las Atarazanas hasta en número de trescientos: por último, la primer vez que Don Enrique se apoderó de Sevilla, en sus guerras con Don Pedro, puso en libertad á los que gemían en ese edificio esperando de un día á otro la muerte por la saña del Rey, Don Enrique también enviaba á las Atarazanas sus prisioneros, corno se ve en las presentes Memorias. Don Juan I hizo lo mismo con el Almirante de Portugal y los suyos, vencidos junto al río Odiel.

En las Cortos de Toro, era de 1407, decía Don Enrique «que por cuanto en aquel tiempo de aquel tirano se usaba, más por poderío que por derecho, prender á los vecinos y moradores desa ciudad y de sus términos los tenedores de las mis Atarazanas, sin los llevar ante el Juez, y los tenían presos, diciendo que les debían algunas cosas... en lo que los vecinos recibían grande agravio y sin razón y que eso mismo face el tenedor de nuestro Alcázar...» ; le habían pedido que esto no siguiese adelante: y «si algunas deudas debiesen á nos y á los tenederos de las dichas Atarazanas y Alcázar, y á otros qualesquier, por que deben ser presos, que no sean presos en las dichas Tarazanas y Alcázar y que sean llamados ante los Alcaldes de la ciudad y oigan éstos las razones, y si han de ser presos, que lo sean en las prisiones del Concejo». Así lo mandó el Rey, pero que esto no se entendía con los menestrales que pertenecen á la Tarazana, porque corresponde el conocimiento á Gonzalo Ruiz Bolante. Según resulta de las mismas Ordenanzas de Sevilla, había 400 ministros oficiales francos para las Atarazanas y 36 para los Alcázares. El Atarazana era cárcel de los Jurados en caso de cometer delito.

El autor de la vida de Don Alonso explica como éste se salvó de padecer con sus hermanos en las Atarazanas de Sevilla. «Quedó la educación y crianza del niño Don Alvaro á cargo de su tía, hermana de su madre Doña María Gómez Carrillo, Señora propietaria de Villaquirán, Balzones, Revergo, Villacisa y otros lugares, que casó con Don Gonzalo Fernández de Córdoba cuarto Señor de esta casa, porque fué amantísima de sus sobrinos... y por este medio fué Dios servido de librar al Señor de los que padecen después sus hermanos en Sevilla.» Esta noticia hubo de Don José Pellícer de Tovar.

Fué Don Alvaro gran predicador y en los mismos tiempos que San Vicente Ferrer, con quien contribuyó para que Don Fernando de Antequera fuese rey de Aragón.

12. La pestilencia de que habla aquí Doña Leonor debió ser reducida á las Atarazanas, traída quizás por algunos cautivos moros que en ella se encerraron. Ortiz de Zúñiga sólo habla de tres pestes de gran mortandad: la primera en 1351, la segunda en 1362 y la tercera en 1383.

Parece cosa providencial que de allí donde salió el Rey Bermejo para el suplicio con otros de los suyos, interviniendo en todo lo de la prisión y muerte, tenida por injusta y de orden de Don Pedro I. Don Martín López de Ayala allí padeció igualmente en carcelería, y de allí fué á la muerte en público cadalso, y allí mismo sufrieron sus hijos, y algunos espiraron.

13. Según Ortiz de Zúñiga, en Octubre de 1373 fue nombrado Alcaide de los Alcázares y Atarazanas de Sevilla Fernán González, su criado y vasallo, cargo que había tenido su padre, Gonzalo Núñez. Gonzalo Ruiz Volante, era Veinticuatro en 1370, al tenor de lo que el mismo Ortiz de Zúñiga dejó escrito. Al tratar del año de 1401 y fábrica de la catedral, habla también de Ruiz González Volante, Canónigo, hijo de Gonzalo Ruiz Volante, tenedor de las Atarazanas, y limosnero mayor del Rey Don Alonso el último.

El mismo Ortiz de Zúñiga, cuando escribió de la muerte de este Rey, llama á Gonzalo Ruiz. Volante muy gran caballero y muy señalado en las armas, y dice que «por su mano corrían las grandes obras de caridad del Hospital y Cofradía de Nuestra Señora del Pilar».

Así se comprueba la veracidad y gratitud de Doña Leonor cuando refiere que Gonzalo Ruiz Volante hacía á aquella desdichada familia mucha caridad é mucha honra por amor de Dios.

En las Ordenanzas de Sevilla se encuentran leyes de Don Enrique hechas en las Cortes de Toro, era de 1409, y pertenecientes á aquella ciudad. En una leemos que Gonzalo Ruiz Volante tomaba diezmo del carbón como Tenedor ó Alcaide de las Atarazanas. A la petición contraria que se hizo al Rey, respondió éste: «Tenemos por bien y es la nuestra merced que en este año que lo lleven el dicho diezmo del carbón, por cuando es menester para reparar las nuestras galeas; pero que es nuestra merced que dende adelante que lo non lleven, ni lo tomen, ni ge lo consintades tomar.»