|
- C u a t r o
s o l i l o q u i o s .
Llanto y lágrimas
que hizo arrodillado
delante de un crucifijo,
pidiendo a Dios perdón
de sus pecados.
(1612)
Soliloquio I
Soliloquio II
Soliloquio III
Soliloquio IV
- ___________________________
S o l i l o q u i o I
- Dulce Jesús de mi vida,
¡qué dije!, espera, no os vais:
que no es bien que vos seáis
de una vida tan perdida.
- 5
- Pero si no sois de mí,
yo, mi Jesús, soy de vos,
porque quiero hallar en Dios
esto que sin Dios perdí.
Mas ya vuelvo a suplicaros
- 10
- que de mi vida seáis:
que si vos no me la dais,
no tendré vida que daros.
Deseo daros mi vida,
y sin vos no es daros nada,
- 15
- porque con vos va ganada,
cuanto sin vos va perdida.
Muérome de puro amor
por llamaros vida mía:
que la que sin vos perdía,
- 20
- ya no la tengo, Señor.
Pues vuestra piedad me adiestra
como a oveja reducida,
quiero llamaros mi vida,
aunque he sido muerte vuestra.
- 25
- Vida mía, en este día
me habréis de hacer un favor;
¡oh, qué bien me va, Señor,
con llamaros vida mía!
Luego que vida os llamé,
- 30
- a pediros me atreví,
porque el regalo sentí
que en vuestro brazos hallé.
Y es que jamás permitáis
que otra vida sin vos tenga:
- 35
- que no es bien que a vivir venga
vida donde vos no estáis.
¡Ay Jesús! ¿Cómo viví
sólo un momento sin vos?
Porque si la vida es Dios,
- 40
- ¿qué vida quedaba en mí?
¡Qué cosas tuve por vida
tan miserables y tristes!
¿Es posible que pudistes
sufrir cosa tan perdida?
- 45
- Pero sospecho, mi Dios,
que fue permitirlo así,
para que viesen en mí
qué sufrimiento hay en vos.
Pero no lo habéis perdido,
- 50
- ¡oh soberana piedad!,
pues conozco mi maldad
por lo que me habéis sufrido.
Porque sé de aquel vivir,
como si Dios no tuviera:
- 55
- que quien menos que Dios fuera
no me pudiera sufrir.
¡Qué de veces os negué
por confesar mi locura
a la fingida hermosura,
- 60
- donde no hay verdad ni fe!
Si la vuestra en la cruz viera,
¡ay Dios y cuánto os amara!
¡Qué de lágrimas llorara,
qué de amores os dijera!
- 65
- No sé, mi bien, qué os tenéis,
que todo me enamoráis,
o es que, como abierto estáis,
mostráis lo que me queréis.
Amenazado de vos,
- 70
- parece que no os temí,
y lleno de sangre sí;
decid, ¿qué es esto, mi Dios?
¡Oh qué divinos colores
os hace esa sangre fría!
- 75
- ¡Oh cómo estáis, vida mía,
para deciros amores!
|