BIBLIOTHECA AUGUSTANA

 

Gustavo Adolfo Bécquer

1836 - 1870

 

La ventá encantada

 

Acto segundo

 

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Escena II.

 

Los mismos, Cardenio, Dorotea, el cura y el barbero, que entran por la puerta del fondo. Los que formaban el corro se reparten en diferentes grupos por la escena.

 

Barb.

¡Hola, Ventero!

Vent.

¿Qué manda

su merced?

Barb.

¿Hay en la venta

donde alojarnos, con mas

dos amigos que se esperan?

Vent.

Su merced y la compaña

pueden mandar en mi hacienda.

Cura.

¿Qué cuartos hay?

Vent.

Los del frente

y aquel que está en la escalera.

Cura.

En aquel á don Quijote

se puede alojar, y en estas

habitaciones nosotros.

Vent.

Señores, yo... bien quisiera

que...

Barb.

Vaya, decid.

Vent.

Negarlo

gran repugnancia me cuesta;

pero...

Cura.

Acabad.

Vent.

Ese loco

en mi posada no entra.

Barb.

¿Y por qué?

Vent.

Porque... uno vive

de lo que el marchante deja...

Ya otra vez le tuve aqui,

y al presentarle la cuenta,

con su lanza estuvo en poco

que me abriera la cabeza.

Cura.

No se irá en esta ocasion

sin pagaros.

Vent.

Ni por esas.

Barb.

¡Vaya, buen hombre!

Vent.

Ese hidalgo

arma por todo una gresca.

Cura.

No temais.

Vent.

Y si la Santa

Hermandad, que aqui se hospeda,

llega á saberlo y le prenden

por haberle dado suelta

á aquel rosario de pillos

condenados á galeras,

¿no pierdo el crédito yo?

Barb.

Vamos, callad, y á la cuenta

añadid este ducado (Le dá una moneda.)

por mordazas de conciencias.

Vent.

En fin... porque no se diga...

Card.

Las habitaciones nuestras

¿cuáles son por fin?

Cura.

Seguidme.

Y vos tambien, Dorotea,

descansaremos.

Dor.

Entonces

¿quién á don Quijote espera?

Barb.

Entrad, entrad sin cuidado;

yo quedo de centinela.