BIBLIOTHECA AUGUSTANA

 

Don Juan Manuel

1282 - 1349

 

Libro de los estados

 

El primer libro

 

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[Capítulo L]

 

El l° capítulo fabla en cómmo Julio dixo al infante que muy bien dizía en esto que quería que fablasen en el estado de los enperadores.

 

«Sennor infante,» dixo Julio, «muy bien dezides en esto que queredes [que] fablemos en el estado de los enperadores. Et pues queredes que vos responda a todas las dubdas que ý tomades, parad bien mientes si entendedes más peligros ý destos que avedes dicho, et yo respondervos he a ellos lo mejor que yo entendiere sin dubda.»

«Julio,» dixo el infante, «estos peligros que vos dezides et las dubdas que yo tomo en los estados de los enperadores [son] desde el comienço de la eslecçion fasta en la confirmaçión que el papa le a de fazer. Mas aun de los peligros que a desde el comienço de la eslecçion fasta el acabamiento de la confirmaçión, non vos he dicho nada. Et por ende dezirvos he lo que ende entendiere.

Ya vós dixe quántas cosas peligrosas et dannosas yo entendía que ha en la eslecçion de los enperadores. Et olvidévos de dezir otra que es de muy grant danno et peligro. Et es ésta: quando todos los esleedores non se acuerdan en uno para esleer un enperador en concordia et esleen unos uno et otros otro, entonçe acaescen tantas guerras et tantas muertes et tantos males que es muy marabillosa cosa, et espantosa de dezir. Demás desto et de todo lo ál que desuso es dicho, ha muy grandes reçelos et muy grandes peligros en la confirmaçión que el papa a de fazer; ca muchas {67b} vegadas acaesçe(n) que aunque el electo sea esleído en concordia et aya pasado todo lo que desuso es dicho, muchas vegadas, et en las demás, acaesçe que el papa falla algunas rrazones, o en los esleedores o en el electo o en la manera de la eslecçion, por que lo non deve(n) confirmar, et enbárgase la confirmaçión. Et por ende el electo tiene que a reçebido tuerto del papa et muévese a fazer algunas cosas contra voluntad del papa.

Et así moviéndose de poco en poco, bienen ende muchas guerras et muchos males. Et por esta rrazón fueron començadas las partes que llaman guelfes et guelbellines. Et aun al que es muy peor: que por esta desabenençia acaesçe – et ya lo viemos en nuestro tienpo – que contra voluntad del papa fue el electo cogido en Roma et fue ý coronado por enperador. Et desque los rromanos et muy grant partida del inperio le tovieron por enperador et fizo leys contra el papa, et aun después fizieron llamar a otro antipapa en Roma. Et así non tan solamente acaesçieron gueras nin males por rrazón del estado de los enperadores, mas ante acaesçieron aún, et pueden acaesçer, tales descordias et tales departimientos por que podría acaesçer en la Eglesia muy grant danno et muy grant mengua. Et así, por todas estas rrazones, tengo que es muy dubdoso et muy peligroso para salvar las almas (en) el estado de los enperadores.

Et agora, vós, Julio, rrespondetme a esto. Et desque ayamos fablado quanto nos cunple, después vos diré los peligros que yo entiendo en los estados de los enperadores después que son electos et confirmados en las cosas que an de fazer, tanbién para las almas commo para los cuerpos, por mantener sus estados.»

«Sennor infante,» {67c} dixo Julio, «bien he parado mientes en [lo] que me avedes dicho, et vós contades los peligros que ha para salvamiento del alma en la eslecçion de los enperadores. Et segund lo yo entiendo ponedes ý quatro cosas: la una es la discordia de los esleedores, la segunda es la de los quarenta días que ha de tener çercado tal lugar, la terçera es del castiello do está la corona, la quarta [es de la] discordia que puede acaesçer entre el papa et el electo. Et, sennor infante, porque omne responde a muchas cosas [que] ayuntadas en uno non las puede tan bien entender, rrespondervos he yo a cada una destas cosas por sí.»