BIBLIOTHECA AUGUSTANA

 

Juan González de Mendoza

1540 - 1617

 

Historia del

Gran Reyno de la China

 

Primera parte

Libro primo

Capitulo I

 

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[Primera Parte]

DE LA HISTORIA

DEL GRAN REYNO

DE LA CHINA

EN QUE SE CONTIENEN LAS

cosas notables de aquel Reyno,

Tocantes a lo natural.

 

LIBRO PRIMO.

 

Capitulo Primero.

DE LA DESCRIPCION DEL

Reyno y de los confines que tiene.

 

ESTE gran Reyno de la China, de quien en esta historia hemos de tratar, se ha descubierto por clara noticia y verdadera, de diez años a esta parte, por los españoles habitantes en las Islas Philippinas, que son dozientas leguas distantes del, no obstante que mucho antes se avia tenido, por la via de la India de Portugal, por relacion de los portugueses que tratavan en Canton, ciudad del mesmo Reyno de la China, y moradores de Macan; pero esta era por relaciones, y assi ni la una ni otra podia bien satisfazer, por hallarse en ellas, en lo que era verdad, variedad: hasta que el año 1575 el padre fray Martin de Herrada, Provincial de los Agustinos (que fueron los que descubrieron las dichas Islas Philippinas y bautizaron a los moradores dellas), con su fiel compañero Fray Hierónimo Marin, acompañados de Pedro Sarmiento alguazil mayor de la ciudad de Manila, en las Islas Philipinas, y Miguel de Loarcha, por orden y mandamiento de Guido de Labassares, gobernador de las dichas Philippinas, entraron en el dicho Reyno de la China, llevados y guyados por un Capitan del Rey della llamado Omoncon. Como este Omoncon vino a las dichas Philippinas, y se atrevió a llevar a los dichos religiosos y a sus compañeros a la tierra firme, estando vedado so pena de muerte, y el acogimiento y regalo que le hicieron y otras cosas muy curiosas, se hallaran en segunda parte desta historia, donde se ponen las relaciones que todos se traxeron a la Majestad Católica del Rey D. Philipe, nuestro señor, y de aquellas islas, sacadas a la letra.

Supuesto lo dicho, este gran Reyno es la tierra mas oriental de toda la Asia: de la banda del Poniente tiene por vecino el Reyno de Quachinchina el qual guarda en todo las costumbres, y ritos del Reyno de la China. Lava la mayor parte del Reyno, el gran mar Oceano oriental, començando en la Isla Aynan, vecina a Quachinchina en 19 grados de la banda del norte, y ciñéndole por la parte del Sur, todo lo que se corre es Nordeste. Mas arriba de Quachinchina, la buelta del Norte, confina con los Bragmanes, gente mucha y muy rica de oro, y plata y pedreria, especialmente Rubies, que ay infinitos. Son hombres sobervios, animosos, morenos y bien dispuestos; an tenido pocas veces guerra con los Chinos, respeto de que en medio del un Reyno y el otro ay grandes montañas y sierras que lo estorvan. Junto a ellos estan los Patanes, y Mogores, ques un Reyno muy grande y bellicoso, cuya cabeça es el gran Samarzan. Son los verdaderos Schytas, o Massagetas, de quien se afirma, que nunca han sido señoreados de ninguna nación. Es gente muy bien dispuesta, proporcionada y blanca, por vivir en tierra fria. Entre el poniente y medio dia esta la Taprobana, o Samatra, Reyno pequeño, y muy rico de oro, piedras y perlas, mas al medio dia estan la Iava mayor y menor, y el Reyno, que llaman de los Lechios, y en igual distancia los Iapones, pero los que estan, mas inmediatos a este Reyno, son los Tartaros, que estan en la mesma tierra firme, y solo los divide una muralla, como se dirá en el capitulo 8 deste libro, y estos Tartaros han tenido muchas veces guerras con los Chinos, y en un tiempo, como se dira en esta historia en el capitulo primero, del tercero libro. Ansi mesmo ganaron todo el Reyno de la China y le posseyeron por tiempo de 93. años, hasta que los Chinos se rebelaron y los echaron del Reyno. El dia de oy se dice son amigos los unos, y los otros, y no ayuda poco para esto ser assi los unos como los otros gentiles, y tener unos mesmos ritos, y ceremonias, solamente diffieren, en que los Tartaros son mas vermejos, y no blancos, y andan desnudos de la cintura arriba, y en que comen carne cruda, y se untan con sangre della para hazerse mas robustos, y a esta causa son tan hediondos, que si el ayre viene de su parte son sentidos de muy lejos por el hedor. Tienen por cierta la verdad de la immortalidad del anima, aunque con error, porque dizen que las almas entran en otros cuerpos, y si vivio bien en el primero, la mejoran de pobre a rico o de viejo a moço, y si vivio mal, al contrario en peor. Los hijos de los Tartaros son los que guardan mucho, el mandamiento de obedecer a los padres, porque los obedecen totalmente sin salir un punto de su voluntad, so pena de ser luego castigados, severa y públicamente. Tienen que ay un Dios, al qual adoran y le tienen pintado de bulto en cada casa, y todos los dias le ofrescen incienso o otros çahumerio. Llamanle el Dios alto, y le piden que los de buen entendimiento y sanidad. Tienen otro, que dizen es hijo deste, que le llaman Natigay: este dizen ques Dios de las cosas terrenas, tienen le de bulto en cada casa, y cada vez que comen le untan el rostro con la cosa mas gruesa que tienen para comer, luego comen ellos, despues de aver dado su ración aquel su Dios, que es aquel untalle los oxicos. Son hombres, que nunca mienten, aunque les vaya la vida, obedientissimos a su Rey, en especial, en la guerra, en la qual haze cada uno lo que ha de hazer, guyado por la seña del atambor o trompeta: en lo de mas casi no diffieren de los Chinos, los quales si recibiessen la fee de Nuestro Señor Iesu Christo es creyble que lo mismo harian los Tartaros.