BIBLIOTHECA AUGUSTANA

 

Lope de Vega

1562 - 1635

 

Los pastores de Belén

 

Novela (1612)

 

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Rimas:

La Niña a quien dijo el Ángel

Zagalejo de perlas

Las pajas del pesebre

Cuán bienaventurado

De una Virgen hermosa

Nace el alba María

 

 

La Niña a quien dijo el Ángel

que estaba de gracia llena,

cuando de ser de Dios madre

le trujo tan altas nuevas,

 

5

ya le mira en un pesebre,

llorando lágrimas tiernas,

que obligándose a ser hombre,

también se obliga a sus penas.

 

¿Qué tenéis, dulce Jesús?,

10

le dice la Niña bella;

¿tan presto sentís mis ojos

el dolor de mi pobreza?

 

Yo no tengo otros palacios

en que recibiros pueda,

15

sino mis brazos y pechos,

que os regalan y sustentan.

 

No puedo más, amor mío,

porque si yo más pudiera,

vos sabéis que vuestros cielos

20

envidiaran mi riqueza.

 

El niño recién nacido

no mueve la pura lengua,

aunque es la sabiduría

de su eterno Padre inmensa.

 

25

Mas revelándole al alma

de la Virgen la respuesta,

cubrió de sueño en sus brazos

blandamente sus estrellas.

 

Ella entonces desatando

30

la voz regalada y tierna,

así tuvo a su armonía

la de los cielos suspensa.

 

Pues andáis en las palmas,

Ángeles santos,

35

que se duerme mi niño,

tened los ramos.

 

Palmas de Belén

que mueven airados

los furiosos vientos

40

que suenan tanto.

 

No le hagáis ruido,

corred más paso,

que se duerme mi niño,

tened los ramos.

 

45

El niño divino,

que está cansado

de llorar en la tierra

por su descanso,

 

sosegar quiere un poco

50

del tierno llanto,

que se duerme mi niño,

tened los ramos.

 

Rigurosos yelos

le están cercando,

55

ya veis que no tengo

con qué guardarlo.

 

Ángeles divinos

que vais volando,

que se duerme mi niño,

60

tened los ramos.

 

*

 

Zagalejo de perlas,

hijo del Alba,

¿dónde vais que bace frío

tan de mañana?

 

5

Como sois lucero

del alma mía,

al traer el día

nacéis primero;

pastor y cordero

10

sin choza y lana,

¿dónde vais que bace frío

tan de mañana?

 

Perlas en los ojos,

risa en la boca,

15

las almas provoca

a placer y enojos;

cabellitos rojos,

boca de grana,

¿dónde vais que bace frío

20

tan de mañana?

 

Que tenéis que hacer,

pastorcito santo,

madrugando tanto

lo dais a entender;

25

aunque vais a ver

disfrazado el alma,

¿dónde vais que bace frío

tan de mañana?

 

*

 

Las pajas del pesebre,

niño de Belén,

hoy son flores y rosas,

mañana serán hiel.

 

5

Lloráis entre las pajas

de frío que tenéis,

hermoso niño mío,

y de calor también.

 

Dormid, cordero santo,

10

mi vida, no lloréis,

que si os escucha el lobo,

vendrá por vos, mi bien.

 

Dormid entre las pajas,

que aunque frías las veis,

15

hoy son flores y rosas,

mañana serán hiel.

 

Las que para abrigaros

tan blandas hoy se ven

serán mañana espinas

20

en corona cruel.

 

Mas no quiero deciros,

aunque vos lo sabéis,

palabras de pesar

en días de placer.

 

25

Que aunque tan grandes deudas

en paja cobréis,

hoy son flores y rosas,

mañana serán hiel.

 

Dejad el tierno llanto,

30

divino Emanüel,

que perlas entre pajas

se pierden sin por qué.

 

No piense vuestra madre

que ya Jerusalén

35

previene sus dolores,

y llore con Joseph.

 

Que aunque pajas no sean

corona para Rey,

hoy son flores y rosas,

40

mañana serán hiel.

 

*

 

Cuán bienaventurado

aquel puede llamarse justamente,

que sin tener cuidado

de la malicia y lengua de la gente,

5

a la virtud contraria,

la suya pasa en vida solitaria!

 

¡Dichoso el que no mira

del altivo señor las altas casas,

ni de mirar se admira

10

fuertes colunas oprimiendo basas,

en las soberbias puertas,

a la lisonja eternamente abiertas!

 

Los altos frontispicios,

con el noble blasón de sus pasados,

15

los bélicos oficios,

de timbres y banderas coronados,

desprecia y tiene en menos

que en el campo los olmos, de hojas llenos.

 

Ni sufre al confiado

20

en quien puede morir, y que al fin muere,

ni humilde al levantado

con vanas sumisiones le prefiere,

sin ver que no hay coluna

segura en las mudanzas de fortuna.

 

25

Ni va sin luz delante

del señor poderoso, que atropella

sus fuerzas arrogante,

pues es mejor de noche ser estrella,

que por la compañía

30

del sol dorado no lucir de día.

 

¡Dichoso el que apartado

de aquellos que se tienen por discretos,

no habla desvelado

en sutiles sentencias y concetos,

35

ni inventa voces nuevas,

más de ambición que del ingenio pruebas!

 

Ni escucha al malicioso

que todo cuanto ve le desagrada,

ni al crítico en enfadoso

40

teme la esquiva condición, fundada

en la calumnia sola,

fuego activo del oro que acrisola.

 

Ni aquellos arrogantes

por el verde laurel de alguna ciencia,

45

que llaman ignorantes

los que tienen por sabios la experiencia,

porque la ciencia en suma

no sale del laurel, mas de la pluma.

 

No da el saber el grado

50

sino el ingenio natural del arte

y estudio acompañado,

que el hábito y los cursos no son parte,

ni aquella ilustre rama,

faltando lo esencial, para dar fama.

 

55

¡Oh cuántos hay que viven

a sus cortas esferas condenados!

Hoy lo que ayer escriben,

ingenios como espejos que quebrados

muestran siempre de un modo

60

lo mismo en cualquier parte que en todo.

 

¡Dichoso pues mil veces

el solo que en su campo, descuidado

de vanas altiveces,

cuanto rompiendo va con el arado

65

baña con la corriente

del agua que destila de su frente.

 

El ave sacra a Marte

le despierta del sueño perezoso,

y el vestido sin arte

70

traslada presto al cuerpo, temeroso

de que la luz del día

por las quiebras del techo entrar porfía.

 

Revuelve la ceniza,

sopla el humoso pino mal quemado;

75

el animal se eriza

que estaba entre las pajas acostado,

ya a la tiniebla huye

y lo que hurtó a la luz le restituye.

 

El pobre almuerzo aliña,

80

come y da de comer a los dos bueyes,

y en el barbecho o viña,

sin envidiar los patios de los reyes,

ufano se pasea

a vista de las casas de su aldea.

 

85

Y son tan derribadas,

que aun no llega el soldado a su aposento,

ni sus armas colgadas

de sus paredes vio, ni el corpulento

caballo estar atado

90

al humilde pesebre del ganado.

 

Caliéntase el enero,

alrededor de sus hijuelos todos,

a un roble, ardiendo entero,

y allí contando de diversos modos,

95

de la estranjera guerra

duerme seguro, y goza de su tierra.

 

Ni deuda en plazo breve,

ni nave por la mar su paz impide,

ni a la fama se atreve,

100

con el reloj del sol sus horas mide,

y la incierta postrera,

ni la teme cobarde, ni la espera.

 

*

 

De una Virgen hermosa

celos tiene el sol,

porque vio en sus brazos

otro sol mayor.

 

5

Cuando del Oriente

salió el sol dorado,

y otro sol helado

miró tan ardiente,

quitó de la frente

10

la corona bella,

y a los pies de la estrella

su lumbre adoró,

porque vio en sus brazos

otro sol mayor.

 

15

«Hermosa María,

dice el sol vencido,

de vos ha nacido

el sol que podía

dar al mundo el día

20

que ha deseado».

Esto dijo humillado

a María el sol,

porque vio en sus brazos

otro sol mayor.

 

*

 

Nace el alba María

y el sol tras ella,

desterrando la noche

de nuestras penas.

 

5

Nace el alba clara,

la noche pisa,

del cielo la risa

su paz declara;

 

el tiempo se para

10

por sólo vella,

desterrando la noche

de nuestras penas.

 

Para ser señora

del cielo, levanta

15

esta niña santa

su luz aurora;

 

él canta, ella llora

divinas perlas,

desterrando la noche

20

de nuestras penas.

 

Aquella luz pura

del Sol procede,

porque cuanto puede

le da hermosura;

 

25

el alba segura

que viene cerca,

desterrando la noche

de nuestras penas.