BIBLIOTHECA AUGUSTANA

 

Don Juan Manuel

1282 - 1349

 

Libro de los estados

 

El primer libro

 

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[Capítulo LXXXIII]

 

El lxxxiii° capítulo fabla en cómmo el infante dixo a Julio que sienpre toviera que los emperadores se podían muy bien salvar, faziendo lo que manda Sancta Eglesia.

 

«Julio,» dixo el infante, «sienpre yo tove que los enperadores se podían muy bien salvar. Et bien sabedes vós que al comienço, quando fablamos entre mí et vós sobre estas rrazones, vos dixi que bien tenía que los enperadores salvarse podían. Et aun agora tengo et creo sin dubda que todos los christianos, en qualquier estado que sean, se pueden salvar guardando la ley que an de graçia et faziendo lo que manda Sancta Eglesia. Pues si todos los christianos (que) se pueden salvar en qualquier estado que sean, muy grant contrarrazón sería si los enperadores – que son los más onrados sennores del mundo et los puso Dios en los más altos estados – non se pudiesen salvar. Mas las dubdas que tomava en los sus estados era porque me semejava muy grave cosa [    ] de sus estados conplidamente et salvar las almas.

Et commo quier que (a) estas dubdas me avedes vos fecho perder muy con rrazón, con todo eso non me avedes respondido en todo a la pregunta que vos yo fiz. Ca bien sabedes vos que la pregunta fue que en quál estado podía omne mejor salvar el alma. Et por ende conviene que si vos conplidamente me queredes responder {89b} que me mostredes todos los estados en que los omnes biven, et departamos et descodrin[n]emos quanto pudiéremos en qué puede omne mereçer o pecar en cada estado, por que pueda escoger en quál dellos puedo mejor salvar el alma.»

«Sennor infante,» dixo Julio, «esta rrazón que me vós agora dezides me semeja muy estranna por dos rrazones: lo primero, porque tantos son los estados [en] que los omnes biven en este mundo que tengo que me serie muy grave cosa solamente en poderlos todos nonbrar, quanto más en dezirvos quáles son [et] en quántas cosas puede omne mereçer o pecar en cada uno délos. Et la otra es porque me paresçe que si vos fallásedes otro estado en que pudiésedes mejor salvar el alma, que lo tomaríedes et dexaríedes éste en que vos Dios puso, que es el más alto et más onrado que todos los otros. Et por ende, si lo vós por bien tobiéredes, tengo que pues Dios vos puso en este estado et avedes perdido del todas las dubdas et entendedes que vos podedes muy bien salvar en él, que vos non faze mengua de buscar otro estado que ayades de avaxar de vuestra onra, nin metades en sospecha a la gente que lo fazedes con falesçimiento de coraçón o con otra alguna mengua que en vós ha.»

«Julio,» dixo el infante, «quanto (quantos) por estas dos rrazones, con rrazón tengo que vós non escusades la primera que dezides: que vos serié muy grave de me fablar et me contar todos los estados de los omnes, quanto más en dezir quántas maneras ha para poder {89c} omne meresçer o pecar en ellos.

Et la razón por que lo non podedes escusar es porque sé yo que tantas sciençias et tanta sabidoría avedes vós, et tan buen entendimiento natural vos dio Dios, que so çierto que a esto et aun <a> más sabredes vós dar recabdo çierto. Et la otra que dezides que si yo otro estado fallase en que pudiese mejor salvar el alma que éste de los enperadores, que lo faría, et que tenedes que lo non devo fazer; a esto vos rrespondo que [commo quiera que] mi voluntad es de mantener este estado en que me Dios puso, si entendiere que me puedo mejor salvar en él que en otro [    ] en que me pueda mejor salvar, bien entendedes vos que sería de muy mal entendimiento si lo non tomase. Ca vós sabedes que este mundo et todas las onras, et los plazeres et poderíos et bienandanças que en él ha, todas son falleçederas et duran muy poco; et demás non sabe omne quándo nin en qué manera lo ha todo a dexar; et aun non a plazer que non torne a pesar nin otro bien de que omne sea seguro. [Et] pues es çierto que el otro mundo do avernos de ir durará sin fin et los plazeres et bienandanças que en él a, es de muy mal seso qui cuida que se pueden conparar los de este mundo con los de aquél. Ca los vienes deste mundo son commo la sonbra de algún cuerpo, et non es cosa firme nin çierta; et los del otro mundo son cuerpo verdadero de que sale la sonbra, ca en el otro mundo los vienaventurados que lo meresçieren verán a Dios et estarán con Él. Et aquél es el cuerpo verdadero de Jhesu Christo, de que sallen todos los vienes, et aun aquellos pocos vienes que acá sentimos que son commo sonbra, todos sallen dél. Et así bien enten{89d}dedes vós que todo omne que buen entendimiento aya, non tan solamente devía dexar qualquier onra o qualquier estado que mantoviese por otro estado de que fuese çierto de mejor salvar el alma, mas ante digo que devía plazerle muy de coraçón en tomar qualquier muerte por llegar [a] aquella buena andança que Dios tiene aparejada para los que fueren con Él. Et aun tengo que qualquier buen christiano et bien fiel, et de derecha mente et derecha fe, que fuese çierto que moriendo oy que iva derechamente a paraíso, que non devía querer nin querría alongar la muerte para eras.

Et así non tomedes dubda que el estado que yo entendiere que puedo mejor salvar el alma, que aquél non tome. [Et] por ende vos rruego que me fabledes en todos, uno a uno, et me dedes a entender lo más que pudiéredes en quáles cosas puede omne meresçer o pecar en cada uno dellos.»